Raúl Peñaranda, los primeros gritos de gol de Junior en Copa Libertadores
El puntero izquierdo barranquillero marcó un doblete al Deportivo Cali, en 1971, en el estadio Romelio Martínez.
Raúl Peñaranda tiene frescos en su memoria los goles que le marcó al Deportivo Cali, el 28 de febrero de 1971 en el estadio Romelio Martínez, y que significaron los primeros del Junior en una Copa Libertadores, donde el equipo rojiblanco también se enfrentó a los ecuatorianos Barcelona y Emelec.
“En el primero me saqué a tres defensas que tenía encima y entré con todo y bola. El segundo lo hice de palomita”, recuerda Peñaranda, quien marcó un gol más contra Emelec, en Guayaquil, que fue de larga distancia porque –afirma- le pegaba duro al balón.
“Yo era puntero izquierdo y gambeteador nato. Era muy habilidoso y muy rápido. A Pedro Zape (portero del Cali, al que le hizo los dos goles), pobrecito, lo tenía triste”, dice Raúl, que le agradece todo al fútbol, en especial haber conocido a la que hoy todavía es su esposa, la periodista deportiva Anita Pérez, quien cubrió para El Espectador el título del Unión Magdalena en 1968.
Este barranquillero de nacimiento, pero que casi todos sus 75 años de vida han transcurrido en Santa Marta -se lo llevaron a los pocos meses de nacido cuando a su padre, que era policía, lo trasladaron a esa ciudad-, reconoce que llegó al Junior por la presión que ejerció el narrador Édgar Perea.
‘El Campeón’, en su programa de radio, les decía insistentemente a los directivos que Raúl Peñaranda era el jugador que Junior necesitaba y al final logró que lo contrataran. El tiempo le dio la razón a Perea, ya que Peñaranda se convirtió en un jugador importante para Junior.
Recuerda que cuando iba a venir al Junior, Justo Palacios, compañero suyo en el Unión, le preguntó qué iba a hacer en Barranquilla si allá Junior tenía seis punteros izquierdos. Peñaranda no le hizo caso y, seguro de sus condiciones, vino y terminó ganándose el puesto.
Eso, afirma, fue una de las cosas más hermosas que le pasó en el fútbol porque ser titular en el Junior en esa época era muy difícil ya que al equipo rojiblanco venían muchos jugadores brasileños y criollos importantes.
Su llegada al Junior pudo darse antes, cuando el ‘Caimán’ Sánchez lo recomendó a los dirigentes. Sin embargo, no fue contratado porque decían que era muy niño (tenía 17 años). Fue al Unión Magdalena y, en 1968, se coronó campeón marcándole el primer gol al Cali, en el partido de vuelta de la final, disputado en Santa Marta, que quedó 2-2. Ese equipo era dirigido por Antonio Julio De la Hoz.
Con el Unión Magdalena se destacó en la Copa Libertadores que el equipo samario disputó, en 1969, con el Cali y los venezolanos Deportivo Italia y Deportivo Canarias y ahí sí despertó el interés de la dirigencia del Junior.
Al equipo tiburón llegó junto a Pedro Vásquez, quien venía de ser capitán del Unión Magdalena, y allí se encontró a Hermenegildo Segrera. En 1970 estuvo a punto de coronarse campeón con Junior, pero cuenta que un error del árbitro Omar Delgado lo impidió.
“Nosotros teníamos un jugador que le pegaba durísimo al balón: Armando Miranda. Cali con el empate era campeón, pero hubo un tiro libre que Armando cobró y metió a Zape con todo y bola. Omar Delgado, el árbitro de los títulos del Cali, lo anuló por un offside de línea, que sólo vio ese señor. Esa hubiera sido la primera estrella del Junior”.
Asegura que en esa época ningún equipo en Colombia jugaba mejor que Junior y recuerda con cariño a varios de los que fueron sus compañeros en ese conjunto que dirigió el uruguayo Luis 'Marciano' Miloc
“Me gustaba mucho Joaquín Pardo, como compañero y jugador. Mario Moreno, Arturo Segovia y Hermenegildo Segrera, que también jugó conmigo en Millonarios y lo quiero mucho. Pedro Vásquez no le daba una patada a nadie, era muy pulcro para jugar. Eduardo Carrillo era recio y Toto Rubio era muy rápido, gracias a Dios no me tocó contra él, era muy difícil”.
Raúl Peñaranda está pensionado de Puertos de Colombia, donde entró a laborar en 1980 tras su retiro del fútbol.
“Yo me gané el cariño de los barranquilleros, que es lo más difícil que hay en la vida. Es difícil mentirle a un barranquillero porque al Junior llegan los mejores o llegan los mejores, y de eso vivo orgulloso”.
Después de pasar por Atlético Nacional (salió campeón en el 73), Millonarios, Cúcuta, Bucaramanga y nuevamente por el Unión Magdalena, Peñaranda volvió al Junior en el segundo semestre de 1975 y allí estuvo hasta el 76 cuando fue a jugar a Venezuela con los equipos Galicia, Barquisimeto FC y Deportivo Lara.
A Millonarios había ido por un canje con el portero Otoniel Quintana, que pasó a Nacional. En el ‘ballet azul’, fue dirigido por Gabriel Ochoa Uribe y tuvo como compañeros a Willington Ortiz, Alejandro Brand y Jaime Morón.
“En Barranquilla, el que juega bien se mantiene y goza del cariño del hincha del Junior. En ninguna parte se ve lo de Barranquilla, que casi la mitad (de su gente) se adorna con todos los juguetes del Junior, eso es increíble. Por eso Junior no puede decaer en ningún momento, es la vida de mucha gente humilde que sale a trabajar con el escudo, con la bandera del equipo. Para el barranquillero todos los días el desayuno, almuerzo y comida es Junior”.
Peñaranda se considera el hincha número uno del Junior y por ello este miércoles estará frente al televisor haciéndole fuerza ante Botafogo. “Junior tiene una buena nómina y confío que pueda hacer una buena Copa Libertadores”.